Olvidémonos de SOPA,
una regulación que atacaba a la mayoría de derechos fundamentales de
los usuarios en el mundo. Lamar Smith, el creador de la fallida
regulación, propone ahora IPAA (Intellectual Property Attaché Act),
un proyecto de ley más sencillo y “directo”, tanto, que la figura de
las embajadas estadounidenses en cada país contarían con un nuevo
“agente”, un secretario de comercio para la propiedad intelectual que impulsaría las medidas “necesarias” de cada nación
en torno a los derechos de autor. La industria del entretenimiento
podría llegar a auspiciar las leyes de cada país en materia de propiedad
intelectual a través de la diplomacia.

Una nueva vuelta de tuerca que fue presentada por Smith el 9 de julio. Un proyecto donde se refleja que:
Se promueve la igualdad de condiciones para los innovadores estadounidenses en el extranjero además de la creación de empleo mediante la mejora del programa, coordinando y alineando la política de propiedad intelectual con atractivos intereses económicos de los Estados Unidos y la libertad.
Los nuevos agregados del Departamento de Comercio en el extranjero tratarán de lograr un beneficio potencial reduciendo las infracciones a la propiedad intelectual en todo el mundo.
Básicamente, lo que propone Smith con este proyecto es una nueva
figura, un agregado en materia de propiedad intelectual (un agente
político auspiciado por la industria) en las embajadas estadounidenses
de todo el mundo.
¿Para qué? Esta figura estratégica tendría el trabajo de “influir” en cada legislación extranjera en materia de copyright.
La idea es que este “secretario” de los derechos de autor pueda
convencer a los gobiernos para adoptar regulaciones como SOPA, una plan
cuyo fin regresaría a Estados Unidos, donde se prevé que les resultaría
más fácil aprobarla (sin tantos detractores) si el resto del mundo ya lo
ha hecho.
No sólo eso, la tipificación de IPAA facultaría a estos “agentes” a
involucrarse en todos aquellos países que no están identificados en la
Ley de Comercio de 1974, dándole poderes a estos para actuar como
agentes de intereses corporativos en materia de derechos de autor, en
ningún momento bajo el interés general de los ciudadanos
estadounidenses.
Este último punto es quizá el más importante a recalcar, ya que se trata de una regulación que dice actuar como “persona de los Estados Unidos”,
cuando realmente detrás está la maquinaria de antaño, posiblemente
RIAA, MPAA y el resto de entidades, que bajo el manto de la diplomacia,
pagada por cada uno de los ciudadanos del país, tratarán de regular las
leyes que les benefician en el resto del mundo.
En el fondo se trata de darle carácter “legal” a las acciones que ya
se hacían en silencio. Si en el pasado WikiLeaks había filtrado los
documentos de la embajada estadounidense y cómo sus agregados trataban
de influir en las leyes sobre derechos de autor que fueran necesarias,
IPAA es la actualización en forma de ley. Una ley de la que se puede
leer entre líneas: donde dice “influir” podemos entender “ordenar”, y
donde dice “derechos de los ciudadanos estadounidenses” parecen decir
“Hollywood”.
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