
Para las empresas, el correo electrónico es
obsoleto. O por lo menos, debería serlo. Aunque en su momento fue una
herramienta muy útil, hoy en día existen muchas alternativas (la
mayoría, gratuitas) que permiten una comunicación y una gestión más
eficientes. De acuerdo con un estudio de la firma Forrester Research, 30% del correo laboral es “spam ocupacional”,
provocado por el envío indiscriminado de copias a destinatarios que no
las requieren. Una comunicación deficiente, al corto y largo plazo,
provoca pérdidas en la productividad.
Piense, por un segundo, en el tiempo que invierte en revisar su
bandeja de entrada. Piense en las razones. La mayoría responderemos dos
razones principales: comunicarse con los colegas o recibir (y enviar) un
archivo. Para ambas tareas, existen mecanismos más especializados que
ahorran tiempo y esfuerzo, así como fomentar la colaboración. Aquí les
presento algunas alternativas que, tanto en la teoría como en la
práctica, le ayudarán a prescindir del correo electrónico en una
empresa:
1. Comunicación
Como señala la investigación de Forrester Research, el problema con
el correo electrónico es que hay una buena cantidad de basura en nuestra
bandeja. Más que eso, tiene que ver con cómo creamos redes de trabajo.
En ambientes con mucha burocracia, es costumbre que cada correo deba ir
con copia para alguien más. Así, quedan tres o más personas
involucradas en una conversación. Nunca falla que -por descuido u
omisión- alguien presione “Responder a” en lugar de “Responder a todos”,
con lo que se rompe el flujo. En otras, la conversación ya no interesa a
alguno de los involucrados, pero éste sigue recibiendo copias de
intercambios ajenos. Tanto una como otra situación provocan ruido en la
comunicación.
En ese sentido, las redes sociales para ambientes laborales son una solución. Alternativas como Yammer o Socialcast
permiten que los grupos de trabajo queden definidos desde un principio,
creando conversaciones (o hilos) en los que todos los integrantes de
dicha red pueden participar. A veces basta con un simple ‘like’ en un
comentario para dar por enterado que el mensaje se ha leído. Permiten
también dar información adicional del usuario (perfil, datos de
contacto), así como compartir documentos, vínculos y otros recursos en
el ambiente de colaboración.
2. Gestión de archivos
Curiosamente, una de las principales razones por la que las empresas emplean el correo electrónico es el intercambio de archivos.
Según Osterman Research, el alojamiento de correo laboral ha crecido de
20 a 25% por esta causa. A mí parecer, es un pésimo sistema. Una
solución es crear una carpeta compartida en algún servicio de
alojamiento en la nube, como Dropbox o Box.
En mi caso, utilicé Dropbox en una editorial. Así, mis colaboradores
subían los textos a una carpeta, donde yo los corregía. Una vez
terminados, los movía a la carpeta de los diseñadores, donde ellos sólo
tomaban el fichero para darle forma en la revista.
En otro proyecto tuve la oportunidad de conocer GitHub.
Si se dedican a la informática, permite crear repositorios en línea
donde todos colaboran en el código de algún desarrollo o cada quién sube
una parte que trabajó por separado. Lo que normalmente es un proceso
engorroso de intercambio de correos, se puede solucionar de forma
sencilla y práctica. Si de todos modos, su empresa les obliga a usar el
correo, otra opción es integrarlo a Dropbox mediante Save my inbox, una aplicación web que guardará todos los adjuntos que reciban en una carpeta.
3. Colaboración
En las empresas, otro fenómeno que afecta la productividad es el “rebote” de documentos:
un archivo que va de un lado para otro, sufriendo modificaciones
menores o correcciones. Al final, no hay control de versiones, y en el
peor de los casos, el documento termina extraviado. La solución más
simple es Google Docs,
mediante el cual se puede trabajar algún proyecto entre varios
usuarios, con la posibilidad de saber quién realizó qué cambios.
Sin embargo, personalmente soy adicto a Evernote.
Se trata de un software que permite sincronizar notas entre todos tus
dispositivos. En su versión de paga -cinco dólares al mes- permite
compartir tus notas con otros usuarios. Para cuestiones de tormentas de
ideas o desarrollos conceptuales, es una gran herramienta, pues permite
anotar ideas en un espacio colaborativo.
4. Gestión de tareas
Aquí sólo hay una palabra: Wunderlist.
Para ambientes laborales, le permite hacer listas compartidas con
tareas, así como asignarles una fecha de entrega. Así puede llevar un
seguimiento de a quién le corresponde determinada actividad, cargándose
muchas juntas innecesarias o varios correos electrónicos masivos. Puede
tener listas independientes -en mi trabajo, por ejemplo, llevo una del
Departamento de Desarrollo y otra del de Diseño-, y una propia en la que
lleve el control de sus tareas por realizar.
Este artículo no intenta dar por muerto el correo electrónico, pero
sí dejar en claro que, para el trabajo, existen decenas (o centenas) de
recursos que permiten hacer más sencillo y productivo
su día. La mayoría de estas opciones ofrece una integración con otros
servicios, lo cual le deja crear su propio ecosistema de aplicaciones. A
la larga, notará cómo usa tu correo electrónico para tareas muy
específicas (por ejemplo, que te escriba un cliente), y aumentará su
eficiencia laboral.
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